sábado, 26 de junio de 2021

Reencuentro

Después de aquel fin de semana
el viaje no se hizo esperar
anunciando lo que sería
con larga espera incluída
el momento de volvernos a encontrar. 

La intranquilidad aparece
al saber que la podré abrazar
y las ganas de ser yo junto a ella
disfrutando de una noche bella
de mí se empiezan a apoderar. 

¿Cómo calmar las ansias?
¿Cómo, la sonrisa, disimular?
¿Cómo, las ganas de tomar su mano, 
fijar un destino lejano
y echarnos a volar?

Cuando creo haberme calmado
aparece un mensaje en mi celular:
"Amor, ¿ya vienes?" escribe
"¡¿Dónde estás?!" termina
Y mi mente vuelve a volar. 

Ahora, ¿cómo mirarla a los ojos?
¿Cómo hacerlo y no temblar?
Ya más de una vez lo he intentado
y cuando pienso que lo he logrado
sus labios, frente a mí, comienzan a bailar. 

No sé qué suceda hoy
Y tampoco sé qué cosa no vaya a pasar
Solo sé que estoy con ella
Que ahora mismo brilla como una estrella 
Y que, jamás, estos viajes vamos a olvidar. 

domingo, 8 de marzo de 2015

Crecer

En la que parece ser la más tranquila de mis recientes noches, me echo sobre la cama y cierro los ojos para dar inicio al recuerdo de las mil y una vidas que me han tocado vivir. Casi todas distintas entre ellas, pero, según creo yo, orientadas hacia un mismo sentido: Crecer. 

Antes de continuar, hay un detalle que quisiera comentar. No sé cuántos recuerdan aquella serie americana titulada "The Wonder Years" o "Los Años Maravillosos", en su visible traducción al español, que se transmitía por televisión nacional hace ya bastantes años... Para aquellos que no la recuerdan o jamás la han visto, la serie trata básicamente del recuerdo de la niñez y adolescencia de "Kevin Arnold". Narra travesuras, amistades, amores, desamores y más. Bien, menciono esto porque debo admitir que, al margen del entretenimiento, la mencionada serie marcó mucho en mi manera de ver la vida y, a su vez, de contarla. Punto y aparte.

Normalmente, cuando se habla de crecer, lo primero que se nos viene a la cabeza son esos centímetros de altura que algunos conseguimos con las justas, otros en exceso y otros, por cuestiones de la vida, no consiguieron. Pero, es obvio que el crecer involucra mucho más que eso y todos lo sabemos. Crecer no solo es poder llegar al timbre del vecino, tocarlo y salir corriendo, o sonreír porque ya llegas a los pedales del freno y acelerador del auto de tus padres. Crecer involucra responsabilidad, precaución y acné, sí, para terror de muchos. Asímismo, es aprender a trazar nuestras propias metas sin ayuda de mamá y luchar hasta alcanzarlas, o bien morir en el intento. Poniéndonos un poco serios, crecer es tomar conciencia de la vida, saber que cada una de nuestras acciones tendrán una repercusión en nuestro entorno y que, por ello, debemos ser lo más precisos y cuidadosos en las cosas que hacemos y decimos. No todo el mundo gira en torno a nosotros, ni usa nuestras mismas palabras para resolver situaciones, motivo por el cual hay que tener mucha cautela en ello. En ese sentido, cabe mencionar que no crecemos solos, sino junto a los seres que van trascendiendo en nuestras vidas y quienes son parte fundamental de ese crecimiento. Claro, mientras nosotros los ayudamos a crecer también.

Quizá no sea yo el adecuado para hacer una plena y certera definición de lo que es crecer; después de todo, llevo solo 23 años en la materia. Pero, sí me ha tocado crecer en distintos espacios, en diferentes condiciones y al lado de personas no precisamente iguales en cuanto a su forma de vida, de modo que creo haberme forjado un buen significado de lo que involucra crecer y, lo que considero más importante aún, haberlo disfrutado.

Para terminar, quiero dejar esta cita del capítulo final de la serie mencionada al inicio, la cual es una gran reflexión acerca del tema que elegí hoy:

"Crecer sucede en un latido.
Un día, estás en pañales y,
al día siguiente, te vas.
Pero, los recuerdos de la niñez
permanecen contigo todo el camino..."


Disfruten de la noche, amigos míos.


Atte.


Un loco pensante.

jueves, 5 de marzo de 2015

Reflexiones en noches de Luna Llena

Cansado de aquello que se puede interpretar como la vida escurriéndose entre mis dedos, me siento al lado de mi ventana abierta de par en par y contemplo la Luna Llena. La tranquilidad regresa y los pensamientos de momentos ajenos invaden mi mente. Una estrella que brilla a lo lejos, unas luces que la imitan y la oscura imagen de cosas que están presentes, pero que yo no veo me hacen compañía. Esa es la vida. Distinta a veces, pero tan igual como siempre... 

Mis manos se enfrían, pero mi alma, inexistente por cierto, se calienta cada vez más. Sonidos incomprensibles de realidades que no entiendo (o que quizá no quiero entender) intentan perturbarme, pero fracasan en su intento. No hay espacio para ellos. La noche está destinada a momentos únicos que he vivido y que intento descifrar para contarlos en algún futuro. En ese futuro que yo decido y que ningún destino va a alterar.

Sentado aquí, mi cuerpo se fuciona con el viento y pierdo el frío sin mayor problema. Después de todo, cuando se trata de perder algo, soy un experto en la materia. El silencio se intensifica y las ideas se me escapan. Los tantos temas que quiero contar me juegan una mala pasada y escapan de mis escrituras. Esa es la vida. Mientras más intentas retener algo, más difícil se torna la tarea. La Luna, inmóvil, se burla de mí esta noche y me mira como si no le importara mis problemas. Yo, a su vez, la miro fijamente y me burlo de ella como si pudiese comprenderlos. 

Esa es la vida. Tan llena de mí, pero tan vacía de mí mismo. Frágil, cuando quiere, y dura cuando yo no quiero. Retándome día a día y buscando la manera de hundirme en mis tropiezos. Pero, sigo sentado en mi ventana y mirando a la Luna pienso: ¡qué equivocada que está la vida! 

Los problemas no existen. Eso siempre lo he dicho. Somos nosotros quienes los inventamos para excusarnos de situaciones que se generan por nuestras malas decisiones, que, aunque no lo querramos creer, son siempre reestructurables. Si una mala decisión te hunde, tienes mil y una más que pueden ayudarte a emerger, por más hundido que te encuentres. Recuerda: "todas las flores florecen después de la tormenta" y, según creo yo, debido a la tormenta misma... 

Es hora de cerrar la ventana y dejar lo malo afuera. Pedirle perdón a la Luna y aprovechar su luminosidad para ver aquellas cosas que sin ella no podríamos contemplar. Para mirar distinto, no es necesario cambiar de ojos... tan solo basta con cambiar el punto de vista.  

La vida es una sola y si no aprovechas el día de hoy, mi estimado lector, no pasará nada... Eso es precisamente lo que quiero que entiendas.

martes, 3 de marzo de 2015

Silencios

Hay silencios tan profundos que sin mucho mundo me ahogan en ellos. Hay silencios tan extraños, como engaños de palabras que decir no quiero. Hay silencios en los ojos del que mira y no quiere ver, por temor a perder aquel orgullo que se enterca en no desaparecer. 

Hay palabras que son mudas y sordas cuando quieren, que se acercan, que te tocan, pero que en el silencioso frío mueren. Hay palabras tan absurdas que te obligan a callar. Tan vacías, tan superfluas que no se deben pronunciar...

¿Qué le digo a mi mente cuando, directamente, me pregunte por su mudez? ¿Debo hablar o inventar algo? No lo sé... Quizá solo callar otra vez... Seguiré siendo víctima de mis mordidas de labios, que callan con agravios las verdades de mi consciencia. Dejaré que el silencio me tome preso y me agobie, nuevamente, la estúpida impotencia.

Así, hay momentos de silencio que llegan sin previo aviso. Hay, por otro lado, silencios más educados que nos arropan pidiendo permiso. De los primeros, no hay mucho que decir, responden a impresiones o vacilaciones de dudas baratas. De los segundos, diré que son muy variados y que van desde cansancios repentinos hasta besos inesperados.

Los silencios son silencios y, por ello, callarán. No por siempre, evidentemente, Pero, estoy seguro de que a más de uno matarán...

viernes, 23 de enero de 2015

Ocaso

Una tarde fría de invierno que se nos va acostada en el horizonte. Un sol que se despide triste, desganado y pálido, como la última llama de una chimenea efímera. El rasgueo moribundo en las cuerdas de una guitarra vieja, acompañando las voces perdidas en el viento incansable. 

Un recuerdo inventado de días felices y el olvido mentiroso de lo que un día fue. A lo lejos, los temblores que nunca causan daño, los que solo se sienten en el mirar profundo. Un silencio fingido de lutos ajenos y el recuerdo aparece otra vez...

Las verdades se pierden en la memoria y las caricias inconclusas de las sábanas se apartan. El pasado toca la puerta, insiste y se marcha sin respuesta. El desorden, sin prisa, retoma su lugar. Un suspiro que despierta entre las sombras nacientes libera a las palabras ansiosas de vivir.

Una tarde, como cualquier otra, sin intenciones de oscurecer. Las ganas absurdas de disfrutar el eterno lamento de las nubes en el cielo que se marchan para siempre. Un final tan misterioso del comienzo galopante en las líneas desconocidas. Un tiempo, un suspiro más y el recuerdo vuelve a aparecer...

sábado, 26 de abril de 2014

La máquina del tiempo

Es curioso lo que uno puede encontrar en Internet. Hace un par de días, un muy buen amigo mío me contaba acerca de lo genial que se veía el anuncio de una "máquina del tiempo" en una conocida página de ventas en línea, hecho que me pareció totalmente increíble. ¿Se imaginan a alguien vendiendo algo así? De hecho, tendrían que faltarle un par de tornillos (bueno, un par de cientos creo yo). Ahora, ¿se imaginan a alguien comprándola? Así es, el tipo tendría que estar a un nivel de locura extremo (sé lo que están pensando: uno de los míos). Ciertamente, la idea es muy descabellada; pero, lo que en realidad me dejó pensando fue el hecho de imaginar qué haría yo si es que tuviese una de estas utópicas máquinas en mis manos...

Pues, bien, después de proyectarme unos 20 años en el futuro, me di cuenta de que mi decisión no iría por usarla con ese fin. La idea de encontrarme con Alan García más viejo y un par de toneladas más gordo (ya acepté la idea de que "hierba mala, nunca muere") o ver en televisión a una demacrada Magaly Medina (en algo así como "Magaly Te Ve a medias" o "Magaly ya no Te Ve", esto como consecuencia de la edad) serían hechos demasiado perturbadores y que, para serles franco, no tengo apuro alguno en vivir. Por lo cual, creo que mi elección iría por el otro lado: un viaje al pasado. ¿Qué harían ustedes si tuviesen la opción de regresar en el tiempo y poder vivir nuevamente alguna etapa de su vida? Por ejemplo, su infancia. ¿Quién no ha pedido a gritos la posibilidad de volver ahí y, es más, de quedarse ahí para siempre? ¿Sería lo mejor, cierto? Cero preocupaciones, cero problemas, cero novias celosas, cero novios controladores... ¿El paraíso terrenal, cierto? Y es que la infancia se resume en una sola palabra: simpleza.

Sin embargo, la realidad es que todavía no inventamos la máquina del tiempo (las disculpas del caso a H. G. Wells, a Mar de Copas, entre otros) y no vamos a poder volver a la infancia ahora. Pero, ¿estamos tan lejos de encontrar esa "simpleza" en nuestra vida actual? ¿Es tan difícil enfrentar nuestro día a día con cero preocupaciones y cero problemas (el de las novias celosas y novios controladores es un tema que prefiero no tocar)? Pues, yo creo que no. Es realmente posible (y, altamente, recomendable) llevar una vida basada en la simpleza. El único truco es cambiar el enfoque de las cosas que hacemos y de aquellas que suelen aparecer como obstáculos. "No preocupaciones, sino oportunidades; no problemas, sino soluciones". La idea es darle un sentido positivo a nuestro pensamiento, resaltando los beneficios y no los perjuicios. De esta manera, podremos disfrutar de lo que hacemos y no ser víctimas de ello.

Recuerden, la vida es una sola. Si la desaprovechamos ahora, después nos quedará solo el arrepentimiento y el tan conocido "qué hubiese pasado si...", el cual, sinceramente, no nos va a servir de nada. Cambiemos para bien; pero, sobre todo, cambiemos juntos. Seria recomendación de un loco pensante...

domingo, 20 de octubre de 2013

La vida es una sonrisa

Hace poco, me puse a pensar en lo que puede causar una sonrisa. Quienes me conocen, o me conocieron con una sonrisa en la cara o se las presenté poco después de conocernos. Y es que, cuando de sonreír se trata, siempre voy a ser uno de los primeros en hacerlo. Claro está que no tengo una linda sonrisa, ni una dentadura perfecta (así es, jamás me llamarán para usar mi sonrisa en los comerciales de dentífricos); pero, lo que sí tengo son las ganas de sonreír y creo que eso es lo que más importancia tiene. La mayoría de las veces, mis sonrisas salen de la nada (ya saben, aquí entra lo de loco) y contagian a quienes tengo a mi alrededor, y es que esa es la principal función que le otorgo a una sonrisa mía, el poder hacer que los demás también sonrían.

Pero, ¿qué es una sonrisa? Después de sonreír hasta por los codos (aquí, estoy seguro que alguien ya puede está pensando en “un loco sonriente”), en diversas situaciones y hasta con las personas menos pensadas, he llegado a la conclusión de que una sonrisa no se puede definir; y es que una sonrisa no está hecha para conceptualizarla, sino para vivirla. Una sonrisa puede tener muchas interpretaciones, pues puede aparecer en cualquier situación. Mientras hablas, chateas, tuiteas, juegas, corres, saltas, comes, hasta incluso cuando duermes (sí, ya se imaginarán quién lo hace) puede aparecer una sonrisa y hacer que el momento sea más placentero, porque en eso consiste sonreír, en hacer que la situación en la que te encuentres se torne más agradable y gustosa. En resumen, todo momento es bueno para sonreír.

Algunos dicen que las sonrisas son gratis; pero, yo pienso que no. Sonreír no es gratis (a decir verdad, nada en esta vida lo es, pero ese ya será tema de otra publicación). Las sonrisas tienen un costo: aprender a ver el lado positivo de la vida. Ya, este es el momento en el cual deben estar creyendo que los estoy estafando o que estoy empezando a filosofar. Pensarán: “pero, si un niño recién nacido puede sonreír y no le cuesta nada”…Para serles sincero, tienen toda la razón, un niño recién nacido puede sonreír; pero, en realidad, le ha costado mucho, (¿o, acaso, han visto a un bebé con una sonrisa en el rostro mientras nace?… Ni a la madre, creo yo). Pero, qué sabrá uno al nacer acerca de lo que es vivir. Es más, conforme va transcurriendo el tiempo, más confuso se vuelve el asunto. Sin embargo, como bien dije, existe un lado positivo. Siempre lo hay (a aquel que diga que no, le recomiendo dejar de vivir entonces); y, tras descubrirlo, es que las sonrisas van tomando un sentido distinto.

No creo ser “Don Positivo” ni mucho más; pero, creo haber entendido que, por más duro que sea el momento en el cual te encuentres, una sonrisa representa el triunfo de tu belleza humana sobre la dificultad. Como ellos, como todos, como tú, yo también tengo problemas. Pero, ninguno más grande que la más pequeña de mis sonrisas. ¿Sobrehumano? Nada de eso. Simplemente, sé que tengo motivos más grandes por los cuales sonreír, al igual que ellos, al igual que todos, al igual que tú… Así que, si es que sabes lo que es sonreír y lo disfrutas, siéntete orgulloso, pues estás aprendiendo a ver el lado positivo de la vida, esta vida... que es una sonrisa.